Me Before You o, más bien, “me without sex”*

per Andrea García-Santesmases

Desvelada | Una mirada feminista i anti-capacitista a les representacions contemporànies del cos, la (dis)capacitat i la sexualitat, per Andrea García-Santesmases

 

[Image By Source, Fair use, https://en.wikipedia.org/w/index.php?curid=49305990] 

Me Before You comienza con la típica escena romántica hollywoodiense: una pareja heterosexual, joven y atractiva, retoza entre las sábanas de la cama de un lujoso apartamento. Por supuesto, tienen sexo. En la siguiente escena (aviso, comienzan los spoilers), el chico (Will), es atropellado por un coche y, como consecuencia, queda tetrapléjico. A partir de ahí, su vida cambia: no es solo que ya no pueda caminar y no tenga sensibilidad en la mayor parte de su cuerpo, sino que se queda sin apartamento de lujo, sin novia (que le abandona y se casa con su mejor amigo) y, por supuesto, sin sexo mañanero. De hecho, se queda sin ningún tipo de sexo a pesar de que, paradójicamente, la película  se centra en el (supuesto) deseo entre sus protagonistas: Will y Louisa. 

Louisa es la atractiva joven que los padres de Will contratan como cuidadora cuando él regresa a casa, aunque posteriormente sabemos que Will ya tiene cubiertos los cuidados básicos con un enfermero, y que lo que se espera de Louisa es que le demuestre que “merece la pena vivir” para que desista de sus deseos de suicidio. Lo hacen porque son sus padres y le quieren, no obstante, su muerte es presentada como “un deseo lógico y normal dada su condición”, lo que ha generado un aluvión de críticas por parte de activistas con diversidad funcional (puede seguirse la campaña en (#MeBeforeAbleism, NotDeadYet  y #MeBeforeEuthanasia), hartos de esta representación tan perversa como habitual dentro del ámbito cinematográfico (pensemos en películas como Mar Adentro, Whose Life Is It Anyway o Million Dollar Baby). En Me Before You la muerte del protagonista es especialmente romantizada: se obvia cualquier crudeza o explicitación, mostrando en su lugar una bucólica escena de despedida en que sus padres y Luoisa le abrazan, entristecidos pero comprensivos con su decisión. Su muerte, además, resulta “lo mejor para todos” ya que otorga a Louisa una herencia que le permite “cumplir sus sueños” (o más bien los que Will ha definido para ella, el clasismo y sexismo de esta película darían para varios artículos más).

No obstante, esta columna busca reflexionar sobre sexualidad y diversidad funcional, así que eso es lo que me interesa subrayar de Me Before You: la representación de la (a)sexualidad de Will. La película proyecta la idea de que la vida sexual de Will solo es posible, deseable e imaginable antes del accidente, cuando su cuerpo responde a ciertos cánones normativos. En este sentido, se produce una retroalimentación clara entre capacitismo (ableism) y patriarcado a la hora de marcar cuándo el cuerpo de Will es (in)válido para el placer. Antes del accidente, cuando tiene un cuerpo “capaz” (autónomo, joven, vigoroso) y “masculino” (activo, convencionalmente atractivo, fuerte), la película le muestra como deseable y deseante (varias escenas le retratan como un exitoso playboy): válido para el placer, legítimo para tener una vida sexual. 

No obstante, tras el accidente, Will pasa a tener un cuerpo “incapaz” (precisa de ayuda para todas las tareas de la vida cotidiana) y “des-masculinizado” (dependiente, frágil, vulnerable), lo que le posiciona como inválido para el placer, ilegítimo para la sexualidad. Frases como “Will necesita sentirse como un hombre” (dicha por su padre) o la de él mismo en una de las escenas más famosas cuando, tras una cita con Louisa, se queda parado, en silencio, con los ojos cerrados para imaginar “por unos minutos” que “simplemente es un hombre que ha llevado a una chica con un vestido rojo a una fiesta”, evidencian que Will (ya) no es un hombre. Y eso hace que él ya no pueda tener una vida sexual (sic). Así se lo evidencia a Louisa y ella lo acepta, como una verdad irrefutable (así como acepta todo lo que él dice, en una repetición exasperante del papel de chica tonta, ridícula y sumisa), por lo que su relación queda sublimada y el contacto físico reducido a intensas miradas, algún que otro abrazo y un par de besos castos. 

Esta representación sería impensable si no estuviera la diversidad funcional (y todo el imaginario simbólico que la configura como ilegítima para el placer) de por medio, ¿o es que alguien conoce otra película hollywoodiense en que sus jóvenes, atractivos y enamorados protagonistas no tengan sexo?

 


 *Aquest post fou publicat originalment al web A Montra/ The Window, l’any 2016
 

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