“En los incendios, hay que valorar todos los tipos de conocimientos, no solo el científico”, entrevista a Isabeau Ottolini
Entrevista realizada por y originalmente publicada en Arrels.info el 20/06/2022.
Isabeau Ottolini (Países Bajos, 1992) es ambientalista y fotógrafa y, desde que tiene 11 años, vive cerca en la comarca valenciana de la Marina Alta, a tocar de Alicante. Para continuar su formación y profundizar en el aspecto más social de su carrera, cursó un máster de sociología en Wageningen. Mientras estaba allí, un incendio forestal arrasó una parte de la Marina Alta que tanto quería y, a partir de aquel suceso, consideró que el fuego y todas las implicaciones que se derivan serían una parte importante de su campo de estudio. Hoy, forma parte del grupo de quince investigadores del proyecto europeo PyroLife que trabaja por la gestión integral de los incendios forestales. Ottolini no habla de ”evitar incendios forestales”, prefiere decir que lo que hay que evitar son los desastres derivados de los incendios. Es una gran defensora de las acciones que se desarrollan desde el ámbito local, la mayoría de manera voluntaria, y trabaja con fuerza para darlas a conocer, para se reconozca el trabajo y para que consigan los recursos y apoyos que necesitan. Y recuerda que los conocimientos de estos colectivos son imprescindibles y tendrían que tener más prestigio.
E: Usted es ambientalista y en este momento está haciendo su doctorado en la UOC. ¿Cuál es su campo de investigación?
IO: Ahora mismo me centro en iniciativas comunitarias que confluyen en la gestión de los incendios forestales: vigilancia, voluntariado, educación ambiental, extinción, etc. Estas iniciativas locales son muy interesantes, pero son muy poco visibles. Trabajan a escala local y no reciben apoyo ni de la sociedad ni de la administración y es un sesgo de conocimiento local o rural que no tiene el mismo prestigio que el científico. Lo que quiero es que sean visibles y mostrar lo que saben, además de explorar cómo podemos apoyar y fortalecer estas iniciativas, cómo las podemos ayudar.
E: ¿Hay alguna conclusión que nos pueda avanzar?
IO: Hay muchas más iniciativas de las que nos pensamos. Muchas nacen como respuesta social después de un desastre, pero acaban desapareciendo porque no tienen apoyo. Otra cosa que se ve claramente es que hace falta más coordinación, colaboración y trabajo conjunto, porque sino acaban siendo acciones aisladas. En el mes de febrero, con la asociación Pego Viu, con la que colaboro, organizamos una jornada con los diversos actores implicados en la lucha contra los desastres provocados por los incendios forestales. Había bomberos, administración, ONG, campesinos, etc, y una de las propuestas recurrentes es la de trabajar juntos. Desde mi perspectiva, es la única manera de poder crear paisajes más resilientes y evitar desastres.
E: ¿Por qué se interesó por la prevención de incendios forestales?
IO: “Prevención de incendios” es una expresión que no uso, porque parece que no necesitamos el fuego y, en cambio, los ecosistemas mediterráneos sin el fuego no serían lo que son. El fuego puede hacer bien. Hablo de reducir, de disminuir los desastres provocados por los incendios forestales. Se trata de reducir los impactos negativos que estos incendios tienen sobre las sociedades para que puedan desarrollar su función ecológica. Y me interesan porque, desde que a los 11 años vine a vivir a Alicante, vivo en un territorio de fuego y siempre me han impactado mucho. Y justo cuando estuve en los Países Bajos haciendo el máster, se quemó una zona que quería mucho. Es un cúmulo de experiencias y, a lo largo de los años, mi relación con el fuego ha evolucionado. Cuando era pequeña sentía mucha impotencia y, ahora, al fuego lo entiendo mejor, ha sido toda una evolución personal.
E: Desarrolla su investigación en el marco del proyecto PyroLife. Hábleme.
IO: Es un proyecto subvencionado por el programa Marie-Curie de la UE. El objetivo es mejorar el conocimiento de los incendios forestales desde un contexto global. Somos quince investigadores y todos venimos de disciplinas diferentes (economía, biología, educación, comunicación, etc) y de lugares diferentes. Los que venimos de la Península Ibérica estamos más en contacto con el fuego y podemos ofrecer una visión muy concreta a los investigadores que son de los Países Bajos o del Reino Unido, que hasta ahora no sufrían incendios forestales y ahora empiezan a ver como las altas temperaturas los están provocando. Lo que tratamos es entender mejor a los incendios. Empezamos en 2020 y el proyecto tiene que durar tres años.
E: Decía que una parte de su investigación se centra en la comunicación. ¿De qué manera se pueden prevenir los desastres derivados de los incendios forestales a través de la comunicación?
IO: Hay maneras que funcionan mejor y otros que funcionan peor, pero, en general, las campañas de sensibilización de la población no son muy exitosas. Estoy analizando qué es lo que falla. Muchas veces, las campañas están diseñadas desde arriba hacia bajo. Cuando digo “desde arriba”, quiero decir elaboradas por expertos, enfatizando solo la parte negativa, y sin tener en cuenta los conocimientos locales. Los incendios, en el mundo, son desastres lentos que tienen muchas consecuencias y con estos tipos de mensajes ni se abordan ni se dan a conocer muchos de los efectos subyacentes. Son campañas que no tienen en cuenta el territorio, ni los expertos rurales y muchas veces no tienen sentido porque se imponen desde fuera. Una opción seria comunicarlo de manera diferente. Que no se haga desde la lejanía, sino que se pueda dar espacio en las propias comunidades locales, que al final son las que conocen el territorio.
E: Pero en nuestra casa, por ejemplo, ¿cómo se puede hacer para que el conocimiento de campesinos, ganaderos o silvicultores se tenga en cuenta?
IO: Hace falta un cambio de mentalidad. Se tiene que poner en valor todos los tipos de conocimiento, no solo el científico. Yo intento visibilizar estas iniciativas locales, porque para algunas cosas no hacen falta doctorados. La gente que vive en el territorio, solo por el hecho de vivir, ya saben mucho. Pero es verdad que es complicado. Una de las maneras de hacerlo seria poner al mismo nivel el conocimiento local y el científico, pero no como norma general, sino para poderlo aplicar en un territorio en concreto. Lo que es bueno para Alicante, puede no ser bueno para Galicia. El lugar desde donde se genera el conocimiento también es un factor muy importante.
E: Además de la faceta científica, tiene otra de artística dedicada a la fotografía. ¿Qué fue primero?
IO: (Ríe). Primero fue la fotografía. A los tres años mi madre me regaló una cámara desechable y lo fotografiaba todo. Ahora estoy muy ocupada con el doctorado y no puedo dedicar mucho tiempo, pero me gustaría. Una vez lo haya acabado, querría juntar mis dos pasiones. He buscado por el mundo haciendo fotos de naturaleza y de fuego, y la fotografía, al final, es una manera de comunicar. Si hablamos de fuego, normalmente pensamos en imágenes negativas: llamas enormes, columnas de humo amenazantes, casas quemadas, gente con cara de pánico, etc. Pero no todo es negativo. Y es importante visibilizar que el ser humano no estaría donde está si no fuera por el fuego, por su relación con el fuego. Nos ha permitido una conexión fuerte con la naturaleza y también entre nosotros. De momento, a través de las redes estoy mostrando mis fotos y, más adelante, me gustaría hacer algo más.